Un espacio cultural de fecunda historia en Tucumán corre el riesgo de cerrar sus puertas definitivamente, acuciado por las deudas y el descuido y el desinterés de las autoridades, que no se han definido en impulsar una política integradora y de amparo con el universo cultural alternativo. Ciertamente, el anunciado cierre del Círculo de la Prensa, una institución creada en 1941 a partir de la iniciativa de intelectuales, periodistas y gente del ambiente cultural, expone las dificultades que enfrentan para sobrevivir y proyectarse entidades que cumplen un rol social importante, sentido y de incalculable valor. Una gran cantidad de bibliotecas públicas diseminadas en la provincia o salas de cine y teatros de barrio no escapan también a esta amenaza de cierre o de reconfiguración de sus funciones.
El Círculo de la Prensa se ha venido manteniendo en gran medida con el aporte de sus asociados, algunos subsidios de organismos del Estado provincial y nacional y algún que otro apoyo privado. Ocurre que estos fondos nunca fueron suficientes para estabilizar el presupuesto y darle sustentabilidad a las proyecciones de la agenda de actividades.
Este baluarte de la proyección cultural tucumana está organizado actualmente como un complejo de salas multifunciones. La mayor tiene una capacidad instalada de 171 butacas; otra que se utiliza para la enseñanza de teatro alberga entre 35 y 40 espectadores y la Ardiles Gray, ubicada en el primer piso que puede cobijar hasta 43 espectadores. Reconocidos grupos teatrales han montado sus obras allí; gran cantidad de espectadores han disfrutado de esas producciones; en buena medida ese espacio es también un lugar para la práctica y los ensayos de las distintas manifestaciones artísticas. Exposiciones, conciertos musicales, representaciones teatrales, fiestas populares, reuniones cívicas y políticas, cursos de perfeccionamiento y experiencias creativas -entre otras muchas actividades- se han desarrollado en la sede de Mendoza 240 de nuestra ciudad, generalmente con amplia repercusión y concurrencia de público. En la entrada del complejo se encuentra el Café El Círculo, un sitio que también ha ido ganado adeptos y que, como el resto del complejo, está a punto de ver interrumpido su movimiento. Imposible no recordar la trascendencia y la influencia social y cultural de la "Cineteca", ese centro de culto y de calidad, en el que se proyectaban las mejores películas y renombrados ciclos de cine-debate. La "Cineteca" fue una parte grandiosa del Círculo de la Prensa. Pero los cambios de hábitos urbanos de amplios sectores de la población, la masificación del uso del video y la falta de renovación del proyecto le quitaron vitalidad y horizonte. Un replanteo en el manejo de la institución, que tras años de una suerte de voluntarismo romántico cedió lugar al impulso de la gestión privada, no desarrolló el renacimiento esperado. Así, hasta hoy, en el que los socios y un administrador han buscado afanosamente reposicionarlo, el Círculo de la Prensa se debate en un panorama incierto y difícil que puede llevarlo al cierre definitivo. Este caso debería ser un disparador para que funcionarios competentes, legisladores, autoridades políticas municipales y provinciales y el mundo de las empresas salgan en apoyo de entidades y focos culturales que no pueden sobrevivir prácticamente solos. Una ley de mecenazgo para financiar proyectos culturales y una política de promoción que incluya una mayor cantidad de centros culturales podrían ser otras de las respuestas adecuadas.